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Comentario a las lecturas del Domingo

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Segundo Domingo deCuaresma (Ciclo B) 25 de febrero de 2018

Hay momentos en que sentimos la necesidad de encontrarnos en un lugar especial con las personas que han sido significativas en la vida, pensemos en tres de ellas: ¿Quiénes serían? ¿Qué lugar sería y cómo lo dispondríamos para acogerlas? ¿Qué detalles les tendríamos? ¿Cuál sería el tema para entablar un diálogo fraterno ameno? ¿Qué quedaría de ese encuentro?

Jesús escogió a tres personas significativas, las llevó a una montaña, un lugar impregnado de un gran silencio que mueve a la contemplación, donde las palabras sobran y solo los ojos de los discípulos pueden ver la maravilla que ocurre: Jesús transfigurado, cercano a Dios Padre, pero a la vez muy humano, débil, caduco y limitado, que debe seguir la cruz.

Lo curioso es que, a aquellas personas significativas que Jesús llevó a ser testigos del resplandor de sus vestiduras y vieron a Elías y a Moisés, les costaba mucho aceptar la misión de Él como Mesías, por ejemplo, a Pedro no le cabía en la cabeza que el Mesías muriera, mientras que Santiago y Juan estaban preocupados por asegurar un puesto en el reino del Padre celestial. Fíjense en la lección que Jesús nos da: nosotros pensamos en aquellas personas que han influenciado de manera positiva en nuestro proyecto personal de vida, Él invitó a quienes les cuesta creer en su divinidad, presencia y misión evangélica. ¡Vaya enseñanza del Señor!

Cuaresma es el tiempo para invitar al monte del perdón y la reconciliación de Dios a las personas que no son de nuestro agrado o que no comparten nuestras expectativas para salir adelante en la vida, actitud que no es tan fácil de llevar a cabo porque sabemos que humanamente nos cuesta escuchar la voz de Dios en medio de estas circunstancias de la vida.

Escuchar” es la clave para vivenciar la transfiguración del Señor en nuestra vida espiritual, un ejemplo de escucha es Abraham quien obedece al Señor y adquiere bendición o el mismo San Pablo, que fue capaz de preguntarse: “Si Dios está con nosotros, ¿Quién estará contra nosotros?... ¿Será acaso Cristo, que murió, más aún, resucitó y está a la derecha de Dios, y que intercede por nosotros?” Abraham y Pablo también fueron invitados a vivir una experiencia divina de impacto a pesar de sus debilidades, pero Dios se valió de ellos para una misión específica, cuánto más nosotros estamos llamados a anticipar lo que nos espera en la eternidad transfigurando nuestra vida en esta tierra: Resucitar de entre los muertos. Amén.    

 

 José A. Matamoros G. Pbro.

Párroco

Mensaje del Santo Padre Cuaresma 2018

Los falsos profetas: “Escuchemos este pasaje y preguntémonos: ¿qué formas asumen los falsos profetas? Son como «encantadores de serpientes», o sea, se aprovechan de las emociones humanas para esclavizar a las personas y llevarlas adonde ellos quieren. Cuántos hijos de Dios se dejan fascinar por las lisonjas de un placer momentáneo, al que se le confunde con la felicidad. Cuántos hombres y mujeres viven como encantados por la ilusión del dinero, que los hace en realidad esclavos del lucro o de intereses mezquinos. Cuántos viven pensando que se bastan a sí mismos y caen presa de la soledad.Otros falsos profetas son esos «charlatanes» que ofrecen soluciones sencillas e inmediatas para los sufrimientos, remedios que sin embargo resultan ser completamente inútiles: cuántos son los jóvenes a los que se les ofrece el falso remedio de la droga, de unas relaciones de «usar y tirar», de ganancias fáciles pero deshonestas. Cuántos se dejan cautivar por una vida completamente virtual, en que las relaciones parecen más sencillas y rápidas pero que después resultan dramáticamente sin sentido. Estos estafadores no sólo ofrecen cosas sin valor sino que quitan lo más valioso, como la dignidad, la libertad y la capacidad de amar. Es el engaño de la vanidad, que nos lleva a pavonearnos… haciéndonos caer en el ridículo; y el ridículo no tiene vuelta atrás. No es una sorpresa: desde siempre el demonio, que es «mentiroso y padre de la mentira» (Jn 8,44), presenta el mal como bien y lo falso como verdadero, para confundir el corazón del hombre. Cada uno de nosotros, por tanto, está llamado a discernir y a examinar en su corazón si se siente amenazado por las mentiras de estos falsos profetas. Tenemos que aprender a no quedarnos en un nivel inmediato, superficial, sino a reconocer qué cosas son las que dejan en nuestro interior una huella buena y más duradera, porque vienen de Dios y ciertamente sirven para nuestro bien”.