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Comentario a las lecturas del Domingo

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Quinto Domingo del Tiempo Ordinario (Ciclo B) 4 de febrero de 2018

La vida está llena de rosas y de espinas; no podemos negar que muchas de esas espinas infunden desesperanza e incluso pesimismo en la existencia de muchos seres humanos. Eso le pasó a Job, quien expresa que «la vida del hombre en la tierra es como un servicio militar (…) como el esclavo, suspira por la sombra, como el jornalero, espera el salario»; oficios que reflejan cómo se desvanece la esperanza, porque «su vida es un soplo y sus ojos ya no verán más la dicha». Primera reflexión: ¿He caído en el pesimismo de no valorar mi vida ni la de los demás? (Ver Job 7, 1-4, 6-7).

Pablo tiene una visión de la vida distinta de la de Job, para él su vida y su salario es «Anunciar gratuitamente la Buena Noticia (…) para ganar al mayor número posible». Vemos a un hombre feliz, convencido de lo que hace, conocedor de las bondades que vienen de participar de la vida de Cristo, a pesar de las dificultades por las que pueda pasar: «Anunciar la Buena Noticia no es para mí motivo de orgullo, sino una obligación a la que no puedo renunciar. ¡Ay de mí si no anuncio la Buena Noticia!».Segunda reflexión: ¿Veo el Evangelio del Señor como un camino para asumir mi proyecto de vida de manera entusiasta y positiva? (Ver 1 Cor 9, 16-19, 22-23)

Jesús es la razón de ser de nuestra vida, sólo con Él podemos asumir la existencia con entusiasmo, con sus rosas y sus espinas. Jesús desafía la muerte, la enfermedad y el dolor humano de manera positiva.Él cura nuestras miserias como lo hizo con la suegra de Pedro ─quien, de inmediato, feliz se pone a servir al Maestro─; desde Cafarnaúm nos comunica su pedagogía del acercamiento, del tomar de la mano y levantarnos de nuestras oscuridades y negativismos. Jesús nos enseña que la enfermedad no es consecuencia del pecado y que se debe afrontar la miseria humana dando sentido a la vida, con la pasión por hacer bien las cosas en favor de los demás; sólo así callamos al maligno (Ver Marcos 1, 29-39). Tercera reflexión: ¿Acaso las personas me buscan porque hago el bien y veo la vida de manera entusiasta y positiva como lo hizo Jesús? Alabemos al Señor, que sana nuestros corazones destrozados. Amén.

 José A. Matamoros G. Pbro.

Párroco