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Comentario a las lecturas del Domingo

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 La Sagrada Familia: Jesús, María y José - Ciclo B 31 de diciembre de2017

Este es un día lleno de sentimientos muy variados; dependiendo de cómo nos fue este año, celebraremos la alegría de un año nuevo o padeceremos la frustración porque no pudimos sacar adelante lo proyectado. ¿Cuál es el balance que sacamos del año que termina? Tuvimos 365 días de oportunidades y de retos, de agradecimiento a Dios por todos los dones y gracias que nos ha concedido y que nos han ayudado a ser mejores personas, mejores creyentes. No nos quedemos solo en los momentos duros y difíciles, vayamos más allá, a las oportunidades que Dios nos dio para madurar, avanzar y sortear con entereza las dificultades presentadas.

Sintamos la alegría de haber hecho las cosas como “Dios manda”, sintamos nostalgia por el tiempo no aprovechado, por las personas no valoradas o amadas como se debe; sintamos arrepentimiento por aquellos momentos en que no pusimos en práctica la caridad cristiana ni obramos conforme a la voluntad Divina; sintamos remordimiento por todo lo que por descuido, temor o pereza no pudimos hacer bien.

Proyectemos el año 2018 con una mirada de optimismo y esperanza, como un nuevo tiempo para enmendar errores, para mejorar lo bueno que hay en cada uno, para asumir con más responsabilidad nuestros deberes a nivel personal, profesional, académico, social y laboral. Que tengamos como horizonte primero darle lugar a Dios en la familia como lo hizo de manera ejemplar la Sagrada Familia. ¿Cómo le damos lugar a Dios en nuestra familia?

No tenemos la familia perfecta pero en acciones será más santa: 1. Honrar a nuestros padres (ver 1ª Lect.); 2. Revestirnos de compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia, y sobrellevarnos mutuamente con el perdón entre familiares teniendo como eje fundamental el amor para que la “paz de Cristo reine”; 3. Dejar que la Palabra de Dios sea una biblia abierta en nuestros hogares y que toda palabra y obra sea en nombre de Jesús; 4. Ser “sumisos” unos a otros en el amor y no en la esclavitud del poder de quien tenga más autoridad; 5. Valorarnos dejando toda aspereza que afecte a la familia; 6. Aplicar la obediencia para bien y educarnos con la paciencia para no perder el ánimo de sentirnos parte de una familia que nos “acoge, protege, promueve e integra”, verbos que usa el papa Francisco en su mensaje del 1 de enero del 2018 para promover la paz entre migrantes y refugiados.

Si cumplimos lo anterior, tomando como ejemplo el evangelio de hoy, donde José y María dan cabida a Dios cumpliendo sus preceptos, donde Simeón y Ana bendicen a Jesús con grandes ponderaciones, el año venidero será para nuestras familias un espacio de crecimiento en la sabiduría y la gracia que viene del niño del pesebre. ¡Un feliz, bendecido y bienaventurado año 2018 en el Señor para todos! Amén.  

 José A. Matamoros G. Pbro.