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Comentario a las lecturas del Domingo

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Domingo 2º de Adviento - Ciclo B 10 de diciembre de 2017

El Adviento es el tiempo de la esperanza: ¿Qué anhelamos? ¿Qué buscamos? ¿Qué esperamos? A Jesús en su venida temporal y al final del tiempo (o de nuestra propia historia). Ya el profeta Isaías, en su poema de consolación dirigido al pueblo en el exilio, esperaba de Dios Padre el perdón por su infidelidad cometida y lo llama a preparar el camino del Señor para retornar a la tierra prometida. San Pedro anima a esperar con paciencia la segunda venida del Señor y desea que nos encuentre en paz con Él: ¿Qué tan santa y piadosa será nuestra vida en ese momento? Un signo es estar en paz con Él, que nos encuentre sin pecado (ni mortal ni venial).

Juan el Bautista habla de la conversión como único camino para salvarnos (unida al bautismo y la confesión de los pecados). Habla de allanar el camino, es decir, corregir, rectificar, luchar por ser mejores.

Reflexionemos:

  1. 1.   ¿Qué nos impide a nosotros la auténtica conversión? El problema es alejarnos de lo que en verdad vale la pena aceptar y vivir, somos infieles a nosotros mismos; debemos hacernos propósitos de cambio con polo a tierra.
  2. 2.   ¿Por qué no puedo cambiar? Hace falta fuerza de voluntad como la que tuvo Juan el Bautista: Vivía en austeridad, usaba la ropa propia de los profetas enseñando que el exceso atiborra el alma; debemos ser austeros voluntarios en crisis económica, tener lo necesario y no acumular cosas hasta inútiles; seamos desprendidos, ayudemos a quienes lo necesitan. Seamos conscientes de que lo que nos sobra y no usamos le hace falta a alguien que no tuvo oportunidades para dignificar la vida.
  3. 3.   ¿De qué me tengo que convertir yo? “Si usted dice que nada debe cambiar, pregunte a los que están a su lado”: es bueno tener a alguien sincero que nos diga los defectos, por ejemplo, el manejo del carácter ya que somos imponentes (¿Yo? ¡Pero si soy humilde!); cuando aprendemos a conocernos comienza el camino de la conversión: mirarse al espejo y compararlo con el espejo de Cristo.
  4. 4.   ¿Mi forma de actuar es la de Cristo? Infortunadamente no, porque muchos cristianos somos pusilánimes, nos desanimamos fácilmente, nos quejamos de todo y de nada, hablamos de cosas negativas cada rato, todo esto quita la esperanza. Aprendamos de Juan el Bautista el silencio prudente, la austeridad y la paciencia con los demás.

¡Señor! ¿Qué conversiones debo tener? Danos luz, fuerza y determinación para cambiar, que nos dejemos corregir así no nos guste y nos esforcemos por dar frutos de conversión y preparar mejor la Navidad que se acerca. Amén.

José A. Matamoros G. Pbro.