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Comentario a las lecturas del domingo

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Domingo 4º de Adviento - Ciclo A  22 de diciembre de 2019

Disponemos nuestro corazón para recibir muy pronto a Jesús. Para vivir la liturgia familiar (oración) del cuarto domingo de Adviento se recomienda poner en un lugar especial la corona con alguna imagen de la Virgen, crear un ambiente de recogimiento con poca luz.

La liturgia de la Palabra de este cuarto domingo de adviento podríamos decir: "Emmanuel: que significa Dios con nosotros". Este domingo es una especie de vigilia litúrgica de la Navidad. En él se anuncia la llegada inminente del Hijo de Dios. Se subraya que este niño que nacerá en Belén es el prometido por las Escrituras y constituye la plena realización de la Alianza entre Dios y los hombres.

Isaías se opone a cualquier alianza que no sea la alianza de Yavéh. Lo que el profeta propone al rey es una respuesta de fe y de confianza total en la providencia de Dios, verdadero rey de Jerusalén. El rey Acaz debía confiar en el Señor y no aliarse con ningún otro rey. Sin embargo, el rey Acaz ve las cosas desde un punto de vista terreno y naturalista: desea aliarse con el más fuerte, el rey de Asiria. Isaías sale a su encuentro y lo apremia: "pide un signo y Dios te lo dará. Ten confianza en Él". Sin embargo, el rey Acaz teme abandonarse en las manos de Dios y se excusa diciendo: "no pido ningún signo". En su interior había decidido la alianza con los hombres despreciando el precepto de Dios. Isaías se molesta y le ofrece el signo: "la Virgen está encinta y da a luz un hijo y le pone por nombre Emmanuel, es decir, Dios con nosotros". La tradición cristiana ha visto en este oráculo un anuncio del nacimiento de Cristo de una virgen llamada María (EV).

San Pablo ofrece una admirable confesión de fe en Cristo Señor. Nacido según lo humano de la estirpe de David; constituido, según el Espíritu Santo, Hijo de Dios (2L). Pablo subraya el origen divino del Mesías y, al mismo tiempo, su naturaleza humana como "nacido de la estirpe de David". Verdadero Dios y verdadero hombre.

La propia palabra llena nuestros corazones de alegría. No importa cuánto temamos las prisas, las listas de regalos navideños y las felicitaciones que nos queden por hacer. Cuando llegue el día de Navidad, nos viene el mismo calor que sentíamos cuando éramos niños, el mismo calor que envuelve nuestro corazón y nuestro hogar.