Hace ocho días reflexionábamos sobre el valor de la libertad. La liturgia de hoy nos trae esta expresión de san Pablo: «Dios me libre de gloriarme, si no es de la cruz de nuestro Señor Jesucristo». ¿Cuántas veces hemos dicho: “¡Dios me libre!”,pensando quizás en que nos preserve de todo trabajo, mal o peligro (una enfermedad o un accidente), de ser una persona problemática o grosera, de las “aguas mansas”? San Pablo le pide a Dios que lo libre vanagloriarse(jactarse del propio valer u obrar) y le permita complacerse en la cruz de Jesús. ¡Cuántos hermanos presumen sus méritos, rayando en el orgullo y la arrogancia! Dios nos libre de la vanidad, de creernos superiores a los demás o convertidos del todo; Dios nos libre de no llevar en nuestro cuerpo «las marcas de Jesús» (ver Gálatas 6, 14-18).
¿Cómo gloriarse en Cristo, el Señor? Glorificar a Dios mediante el discipulado misionero y el compromiso incondicional con su obra, como lo vemos en el texto de san Lucas: 1. Salir de sí mismos para evangelizar, un reto que propone el papa Francisco para octubre del presente; 2. Orar para que Dios Padre envíe personas santas que trabajen por la mies de la Iglesia (sacerdotes, religiosos(as), laicos comprometidos, matrimonios); 3. Ponerse en camino para evangelizar, conscientes de que somos corderos en medio de lobos; 4. Llevar la paz desde la sencillez del corazón recibiendo la hospitalidad de la gente que nos acoge cuando hablamos del reino de Dios pero sacudir el polvo de los pies cuando nos rechazan por ser católicos; 5. Alegrarnos porque toda buena obra que hagamos por la misión y la evangelización, lleva a que nuestros nombres estén inscritos en el cielo. Pidamos al Dios de la vida un corazón sencillo, misericordioso y humilde para llevar el evangelio de palabra y de obra porque «la mano del Señor se manifestará a sus siervos» (ver Isaías 66, 10-14c). Amén.
José A. Matamoros G. Pbro.
Párroco
PÍLDORA LITÚRGICA 2: LOS RITOS INICIALES DENTRO DE LA MISA
La Santa Misa inicia con los RITOS INICIALES que nos disponen a formar comunidad, a prepararnos de manera consciente y fructífera para la celebración. Estos ritos son: el Canto de entrada, el Saludo, el Acto Penitencial, el Señor ten piedad, el Gloria (los domingos o solemnidades o fiestas) y la Oración Colecta. Cuando el sacerdote llega al altar, hace una inclinación profunda y besa el altar, signo del beso que debe al esposo a la esposa que es la Iglesia. Mientras inciensa el altar, signo de honor y purificación y que nuestras plegarias sean elevadas a Dios, vamos entonando un canto acorde, dependiendo del tiempo litúrgico.