Durante la cuaresma, muchos católicos nos preparamos para unirnos al Señor Jesús en el misterio de su pasión, muerte y resurrección. Cada momento litúrgico de la semana mayor ha sido una oportunidad para dejar de ser simples espectadores. Ahora debemos confesar nuestra fe y dar testimonio (del latín “testimonium”, demostración o evidencia de la veracidad de una situación) de todo cuanto Dios ha hecho por nosotros. Para confesar nuestra fe en el Resucitado y ser testigos creíbles, necesitamos que nuestra vida cotidiana sea evidencia de nuestra unión a Cristo y a su proyecto de vida. Pedro es un ejemplo concreto de ello: «Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él». (ver 1ª lectura).
¿Cómo dar fe de la resurrección del Señor? Predicando la buena nueva, dando testimonio de que Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos, secundando la acción del Espíritu en nosotros, haciendo el bien posible, luchando contra las asechanzas del tentador, buscando los bienes de arriba ─los que en verdad tienen valor, más allá de este mundo material y temporal─ (ver 2ª lectura), y finalmente, impregnando en la vida el orden que dejó Jesús al resucitar: «Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte».
Dichosos los discípulos que vieron y creyeron: «pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos» (Ver San Juan 20,1-9). Dichosos nosotros que, gracias a la fe que se nos ha transmitido, damos testimonio de Jesucristo, nuestra razón de ser y de vivir: «Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo». (Antífona Salmo 117) ¡Felices pascuas de resurrección!
José A. Matamoros G. Pbro.
Párroco
MENSAJE DE PASCUA: “Queridos hermanos y hermanas, ¡Feliz Pascua!Jesús ha resucitado de entre los muertos.Junto con el canto del aleluya, resuena en la Iglesia y en todo el mundo, este mensaje: Jesús es el Señor, el Padre lo ha resucitado y él vive para siempre en medio de nosotros…Traiga Cristo Resucitado frutos de vida nueva para los niños que, a causa de las guerras y el hambre, crecen sin esperanza, carentes de educación y de asistencia sanitaria; y también para los ancianos desechados por la cultura egoísta, que descarta a quien no es «productivo».Invocamos frutos de sabiduría para los que en todo el mundo tienen responsabilidades políticas, para que respeten siempre la dignidad humana, se esfuercen con dedicación al servicio del bien común y garanticen el desarrollo y la seguridad a los propios ciudadanos”. (Ciudad del Vaticano, papa Francisco, 2018)