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Comentario a las lecturas del domingo

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Domingo 5º de Cuaresma - Ciclo C 7 de abril de 2019

¡El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres! (ver salmo 125). Esta exclamación gozosa alaba la grandeza de la misericordia de Dios. Nosotros tememos sobrados motivos para unirnos a ella, porque un día como hoy, 7 de abril, hace 300 años, San Juan Bautista De La Salle retornó a la casa del Padre. Un corazón, un compromiso, una vida que se hizo testimonio concreto del amor misericordioso de Dios e impregnó con principios de vida comunitaria y renovada pedagogía la labor educativa en los diferentes confines del mundo, poniéndola al alcance de todos, especialmente de los más necesitados: los niños, los adolescentes, los jóvenes y los docentes. Este testimonio da forma hoy a la acción evangelizadora y educativa de nuestra parroquia.

«Todo lo considero pérdida comparado con el bien supremo de conocer a Cristo Jesús mi Señor».  Así lo asumió el señor De La Salle, que hizo propio el proyecto de vida de Jesús, fue su discípulo, con Él se hizo maestro y participó de sus sufrimientos hasta correr hacia la meta y ganar el premio de la santidad (ver Fil 3,8-14).  

El señor De La Salle escribió: «Se esmerarán (los docentes) en dar a sus alumnos, con sus modales y en toda su conducta, ejemplo constante de la modestia y de todas las demás virtudes que deben enseñarles y hacerles practicar» (Reglas Comunes 7,15). Allí podemos reconocer su identidad con la pedagogía de Jesús, cuando sus enemigos le traen una mujer sorprendida en adulterio para ponerlo a prueba y Él los interpela: «El que esté sin pecado, que tire la primera piedra» (ver Juan 8,1-11). De este modo los impulsa a discernir y hacerse responsables de sus actos, particularmente cuando se trata de juzgar y condenar al otro. ¿Estamos libres de pecado? Amén.

José A. Matamoros G. Pbro.

Párroco