¿Qué hay detrás de cada comentario o relato que alguien nos hace sobre algo o sobre otros? Siempre hay un propósito y una expectativa frente a nuestra reacción; no debe extrañarnos que también haya una “segunda intención”. Esto ocurría con aquellos que le contaron a Jesús acerca de unos galileos cuya sangre había mezclado Pilato con la de sus sacrificios. Él sabía que iba a ser acusado si reprobaba o no los actos de Pilato y que la muerte trágica era tomada como castigo a la maldad, por esto los puso en evidencia: «¿Piensan que aquellos galileos sufrieron todo eso porque eran más pecadores que los demás galileos?» La respuesta es «no», seguida de un fuerte llamado a la conversión: «Les digo que no; y si ustedes no se arrepienten, acabarán como ellos».
Luego, en la misma línea, les propuso la parábola de la higuera estéril plantada en un viñedo (cuyo dueño esperaba frutos sin hacer mucho). Lo lógico sería cortarla, pero el viñador ─imagen de Jesús─ ve que la ausencia de fruto se puede remediar, por eso busca una oportunidad más y se ofrece a cuidarla: «Señor, déjala todavía este año; cavaré alrededor (para suscitar la conversión y quitar aquello que impide dar fruto) y la abonaré (acto de redención, que nutre con la Palabra, la oración y los sacramentos)».
Llamados del Señor hoy: 1) No caer en la trampa del engaño ni de la inmediatez, porque las calamidades no son un castigo al pecado. 2) Reconocer el pecado y arrepentirnos. 3) Cambiar de mentalidad para concentrarnos en obrar el bien. 4) No conformarnos con sentirnos menos pecadores que los demás. Reflexionemos: Dios no se cansa de perdonar, es paciente y misericordioso con todos y espera que nuestro fruto sea obrar con misericordia. ¿Qué me impide dar este fruto? ¿Cuál “abono” debo esparcir en mí para producirlo? ¿Qué debo hacer a partir de esta oportunidad de conversión y de redención? Amén.
José A. Matamoros G. Pbro.
Párroco