La semana que inicia hoy viene precedida por dos celebraciones: 1. Los tres días anteriores al inicio de la Cuaresma, conocidos bajo el nombre de carnaval (cuando era necesario consumir todas las carnes), que en lugares como Barranquilla constituyen una fiesta popular con mascaradas, comparsas, bailes y otros regocijos bulliciosos para alegría de propios y extraños (Patrimonio Cultural de la Nación, Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad), no es en sí un tiempo de “licencia” para ceder ante toda tentación, capricho o desenfreno; y 2. El miércoles de ceniza, cuyo rito nos invita a tomar conciencia sobre la fragilidad humana, a discernir cómo vamos en el camino de nuestra existencia, y a vivir la Cuaresma, el periodo de conversión y reconciliación que nos prepara para la Pascua, donde El Resucitado será el centro, la fuente de gozo y la razón de ser de la fiesta más importante de todas.
¿Qué quiere el Señor de mí? 1. Que reconozcamos su presencia y su paso por nuestra historia; esto es posible especialmente a través de la celebración (liturgia) en la que se actualiza y se hace memoria de su obra salvífica, como lo hacía el pueblo en tiempo de Moisés, cuando el sacerdote presentaba la ofrenda de las primicias ante el altar y el pueblo recitaba la obra de Dios (ver Dt 26,4-10). 2. Que escuchemos la voz de Dios presente en Escritura (Biblia), reconozcamos la verdad de fe comunicada en ella y confiemos en su promesa “pues todo el que invoca el nombre del Señor se salvará” (ver Rom 10,8-13). 3. Quenos dejemos conducir por el Espírituen el desierto para luchar contra las seducciones del diablo, así lo hizo Jesús: “Si eres el Hijo de Dios… Te daré el poder y la gloria… tírate de aquí abajo…” (ver Lc 4,1-13). El tentador ofrece lo que no es suyo, se aprovecha de las necesidades y expectativas humanas (en lo natural, lo político y lo espiritual), usa engañosamente la palabra de Dios para hacernos creer que obrando mal alcanzaremos el favor de Dios. Para pensar: ¿En el carnaval de mi vida, he sido capaz de vencer estas tentaciones? ¿Estoy dispuesto a recorrer el camino de la conversión y de la reconciliación que propone Jesús? Amén.
José A. Matamoros G. Pbro.
Párroco