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Comentario a las lecturas del domingo

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Lecturas del Domingo 7º del Tiempo Ordinario - Ciclo C24 de febrero de 2019

La autenticidad de nuestra fe y la coherencia de nuestra vida cristiana son evidentes cuando estamos dispuestos a amar y perdonar al prójimo, sobre todo a los enemigos.

¿Quiénes son nuestros enemigos? El tentador, nosotros mismos y aquellas personas que nos odian, nos maldicen, nos injurian, nos agreden, nos despojan, nos hacen mal, “nos hacen la vida imposible” porque “no les caemos bien” o porque somos distintos y nos consideran un obstáculo.

¿Por qué amar a nuestros enemigos? Nuestra condición humana alcanza su mayor grado de evolución a través del amor a los enemigos. Se trata de una decisión personal inspirada en el proceder de Dios (a cuya imagen y semejanza hemos sido creados): perdonar como Él perdona, ser compasivos y misericordiosos como Él es compasivo y misericordioso, no devolver mal por mal, ni sucumbir ante el odio, el rencor o la sed de venganza. Así lo entendió David cuando tuvo la oportunidad de quitarle la vida a Saúl ─su enemigo a muerte─ pero no lo hizo (ver 1 Samuel 26,2.7-9.12-13.22-23). Así lo vivió Jesús, el hombre del cielo, que vino a dar vida (ver 1 Cor 15,45-49).

¿Cómo amar a nuestros enemigos? Mediante expresiones concretas de misericordia: hacer el bien (no odiar), bendecir (no maldecir), orar (no injuriar), renunciar a la violencia (poner la otra mejilla), desprenderse de todo apego (darle al que nos quita y al que nos pide), ser justos: dar el trato que queremos recibir, ser compasivos, no juzgar, no condenar, perdonar, dar. ¿Para qué comprometernos en algo tan difícil de cumplir? «Tendréis un gran premio y seréis hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y desagradecidos». Amén.

 

José A. Matamoros G. Pbro.

Párroco