¿Qué nos hace falta cambiar para estar más alegres en el Señor? Es necesario comprender que «la alegría cristiana no es una simple diversión; la alegría cristiana es un don del Espíritu Santo». ¿Qué tan frecuentemente opacamos esta emoción? Vivimos en una cultura no alegre, que inventa cosas para divertirse, para entretenerse, para pasarlo bien entre risas forzadas de presuntos “buenos momentos”, pero que no tiene consuelo ni paz en el corazón. Si no tenemos esperanza no podremos tener alegría.
¿Qué nos provoca una auténtica alegría? El Espíritu Santo causa la alegría en el corazón, gracias a que nos consuela, nos regenera y nos da paz, en la medida que pasamos haciendo el bien a las personas a nuestro alrededor y en el contexto donde nos hallamos. ¿Soy causa de alegría para mi prójimo? Somos causa de alegría cuando salimos al encuentro del otro para levantarlo, sanarlo, consolarlo y redimirlo; si buscamos los medios positivos para hacerlo, esa alegría nos edificará como personas, marcará nuestra memoria y nos hará felices.
Hoy nuestro Dios nos anima a estar siempre alegres: “Él está en medio de ti, valiente y salvador;se alegra y goza contigo, te renueva con su amor;exulta y se alegra contigo como en día de fiesta” (ver Sofonías 2,14-18ª). San Pablo lo ratifica: “Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos” (ver Filipenses 4,4-7) y enfatiza que la alegría va de la mano de la confianza que le tengamos a Él hasta en cada plegaria que le elevemos.
Finalmente, la alegría se plasma significativamente cuando cumplimos de manera responsable con nuestras obligaciones morales y sociales: compartir sin tacañería lo poco o lo mucho que tengamos, no exigir más de lo justo (ser mesurados), ser justos y no aprovecharnos de los demás; y, vivir la humildad de Juan el Bautista: «Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, a quien no merezco desatarle la correa de sus sandalias» (ver Lucas 3,10-18). Señor, no permitas que la tristeza apague la alegría de preparar tu venida en esta Navidad. Amén.
José A. Matamoros G. Pbro.
Párroco