El luto es la expresión humana del duelo, la pena y la aflicción por la muerte de una persona o una pérdida significativa. Hacer duelo por el fallecimiento de un ser querido es un proceso que conlleva un estado de aflicción y de profunda tristeza, que genera múltiples sentimientos de vacío, de abandono, de negación y posiblemente cargos de conciencia en el corazón. Esto también afecta intensamente la integridad del doliente, causándole falta de sueño, llanto, incapacidad para concentrarse, cansancio, falta de apetito, hasta llegar a la angustia incontrolable y la depresión. Si bien es cierto que la vida debe continuar, la elaboración del duelo puede tomar semanas, meses, incluso años y se requiere de la oración y el encuentro con el Señor Jesús que da fuerza a nuestra esperanza, además de la compañía y cercanía de los seres queridos, la compasión, los sanos recuerdos y la empatía, hasta que con el paso del tiempo sea posible dejar que los difuntos puedan partir en paz.
Adviento es el tiempo de despojarnos del luto y de la aflicción para revestirnos de la gloria de Dios, de su justicia y su misericordia (ver Baruc 5,1-9). Adviento es el tiempo para imprimir alegría en todo lo que hagamos y glorifiquemos a Dios, como lo hizo san Pablo en su oración: «Que el amor de ustedes crezca más y más en conocimiento y en buen juicio para todo, a fin de que sepan elegir siempre lo mejor. Así llegarán limpios y sin tropiezo al día de Cristo, cargados con el fruto de la honradez que viene por Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.» (ver Filipenses 1,4-6.8-11). Adviento es el tiempo para unirnos a Juan el Bautista ─en medio de los desiertos que vivimos─, anunciar la alegría de la conversión, preparar el camino al Señor, enderezar los senderos, porque bajo la acción misericordiosa de Dios «lo torcido se enderezará y lo disparejo será nivelado y todo mortal verá la salvación de Dios» (Ver Lucas 3,1-6). Preparémonos para la Navidad con una auténtica conversión personal, no sin antes preguntarnos: ¿qué nos hace falta cambiar para estar más alegres en el Señor?
José A. Matamoros G. Pbro.
Párroco