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Comentario a las lecturas del domingo

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30° Domingo  del Tiempo Ordinario - Ciclo B 28 de octubre de 2018

¿Cuántas veces hemos rechazado valiosas oportunidades que nos hubieran permitido crecer en cualquier ámbito para bien, para luego arrepentirnos? Todo “papayazo positivo” debe aprovecharse, pero no siempre ocurre así.

Bartimeo, consciente de que sus oportunidades para subsistir son limitadas porque es un hombre ciego y en evidente situación de inferioridad, se ve en la necesidad permanente de llamar la atención de todo aquel que pasa, lograr que se conmueva de su miseria para que le dé algo de limosna (dinero o quizá comida), por eso está ubicado a la salida (puerta) de Jericó y se pone a gritar cuando escucha que alguien pasa, tal como lo dice el relato: «¡Jesús, Hijo de David, compadécete de mí!». Hasta aquí es como cualquier mendigo de nuestro tiempo, quien a nuestro juicio “se acostumbró a vivir de esa manera porque no tiene otra opción”. La gente de su tiempo, igual que en nuestros días, no quiere ver ese espectáculo, ni quiere sentir esa vergüenza, más aún cuando se pretende que todo está “aparentemente bien”, por eso lo hace callar o procura dar un rodeo ─como en otro pasaje del evangelio─ y pretende que no lo ve o no lo oye, para no toparse con él. Si bien es cierto que la miseria de otros nos abochorna, nos perturba, nos desacomoda, nos irrita y hasta nos ofende, nuestra reacción no suele ser la misericordia sino la violencia del menosprecio silencioso (indiferencia) o la autojustificación: “no tengo”, “voy de afán”, “eso debe ser fraude”, “¿otra vez usted?”, “hizo de su mal un negocio para sacarle plata a la gente”, en fin.

Sin embargo, a Bartimeo eso no le importaba e insistía más: «Hijo de David, ten compasión de mí»; llama a Jesús por su nombre y por lo que Él representa. Esto es signo de que reconoce la oportunidad de su vida en el paso de Jesús por aquel lugar; ha oído sobre sus obras y no está dispuesto a dejar escapar la ocasión de ser curado, actúa con prontitud y sin pensarlo dos veces. Podemos reconocer que su ceguera es física, no tanto espiritual, pero él no es totalmente es “ciego” porque su corazón está iluminado por la fe y su esperanza se fortalece ante la posibilidad del encuentro con Jesús. La gente al darse cuenta de la atención del Señor sobre el ciego le dice: «Ánimo, levántate, que te llama.».  Jesús le pregunta: «¿Qué quieres que te haga La insistencia del ciego produce sus resultados positivos: «Anda, tu fe te ha salvado»recobra la vista y lo sigue (así como lo hizo el pueblo de Israel que se sintió salvado y guiado por Dios – ver Jeremías 31,7-9) para volver a una vida normal, sin exclusión.

¿Qué nos enseña Bartimeo? 1) Ver la vida con los ojos de la fe para no perder la convicción en quien creemos: Cristo, el “Rabbuní”2) Valorar el don de la vista física y espiritual para bien propio y de los demás. 3) Pasar de la oscuridad a la luz en todo lo que hacemos y sentimos nos hace más felices, menos preocupados de nuestras “capas” (bienes materiales y monetarios). 4)   No desanimarse por las voces que desmoralizan nuestra existencia (cállese… usted no puede… para qué estudia… santurrón…confórmese con lo que tiene… eso para que se esfuerza… no se complique la vida… etc.5) Insistir para aprovechar toda oportunidad de bendición así intenten silenciarnos porque dicen que “un cristiano bien plantado molesta y un sacerdote que dice la verdad también”. Y usted, ¿qué opina? Amén.  

José A. Matamoros G. Pbro.

Párroco

 

Píldoras litúrgicas (Comportamiento adecuado para participar en la Celebración Eucarística)

Conoceremos 12 reglas para aprovechar al máximo los grandes frutos espirituales que se reciben en la Misa:

11. Inclinarse al recibir la comunión

Si es Dios, entonces se puede mostrar respeto inclinando cabeza como reverencia. Si lo desea puede hacer una genuflexión. Esta es una práctica antigua que ha continuado hasta el día de hoy.  https://www.aciprensa.com/noticias/12-reglas-de-oro-para-portarse-bien-durante-la-misa-42196