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Comentario a las lecturas del domingo

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16° Domingo  del Tiempo Ordinario - Ciclo B 22 de julio de 2018

¿Cómo es un día normal en la vida de un cristiano? Esta pregunta nos lleva a hacer memoria de lo que hacemos en 24 horas, sabiendo que ocho de ellas son para dormir. El evangelio nos pone en sintonía con un día en la vida de Jesús: ir y venir de un lado para otro, enseñar aquí y allá en reuniones y encuentros con unos y con otros, tener muchas personas alrededor (cada una con su propia necesidad e interés), curar enfermos, devolverles la vida, la dignidad y la salud, lidiar con las flaquezas de sus discípulos, en fin. Y, por si fuera poco, darse el tiempo necesario para orar, comer y descansar. ¡Qué trajín el del Señor y sus Apóstoles!  Y eso que no tenían redes sociales. En medio de todo esto, Jesús tiene éxito en sus actividades porque, además de buscar la voluntad de Dios, es organizado y metódico, experto en el manejo del tiempo. Nosotros, en cambio, somos poco ordenados, no planeamos bien las cosas. Nuestros días transcurren sin que hagamos la voluntad del Padre, es más, ni sabemos qué esperar y esto nos hunde en el fracaso, además es causa de nuestros pecados y desaciertos cotidianos.

Admiro del Señor no sólo su capacidad de orden en todo sino su sensibilidad para captar las necesidades de los demás, en particular de aquellos que sufren, y por quienes siente “compasión entrañable”, porque andan como ovejas sin pastor. Cómo no destacar que, en medio de tantas actividades, Él hace una pausa, respira profundo y enseña con calma, acción que los cristianos de la aldea global olvidamos: vivimos tan estresados que se nos olvida el otro, su reconocimiento, dolores o preocupaciones, como quien dice: “cada quien sálvese como pueda”.   

Jesús es responsable de su hacer cotidiano, enseña a sus apóstoles a hacer el bien posible a los demás (quienes le cuentan lo que han dicho y hecho), siente que el descanso es oportuno, debido al desgaste pastoral pero la multitud no espera, hay que seguir trabajando por el reino de Dios.

Jesús es el Pastor con las cualidades éticas que Jeremías ya profetizaba (ver Jer 23,1-6), es el buen pastor en quien nada nos falta (ver Sal 22); es el Cristo que encarna una nueva “teología de la paz” (Ver Ef 2,13-18). Un día normal en la vida de Jesús es exigente, para Él no hay tiempo que perder, actitud que lo hace un Buen Pastor. Un buen cristiano debe ser consciente de administrar de manera responsable el tiempo sagrado (καιρός kairós) y el tiempo humano (χρονος, chronos), así mismo, ser capaz de sentir esa compasión entrañable que lo mueve a ser misericordioso cada segundo de su vida. ¿Qué tan buenos somos para esto? Amén.

José A. Matamoros G. Pbro.

Párroco

 

Píldoras litúrgicas – del Catecismo de la Iglesia Católica (CEC)

1145 Una celebración sacramental está tejida de signos y de símbolos. Según la pedagogía divina de la salvación, su significación tiene su raíz en la obra de la creación y en la cultura humana, se perfila en los acontecimientos de la Antigua Alianza y se revela en plenitud en la persona y la obra de Cristo.

Gaudete et exsultate: Exhortación Apostólica sobre la llamada a la santidad en el mundo contemporáneo (19 de marzo de 2018)

Tu misión en Cristo: 21. El designio del Padre es Cristo, y nosotros en él. En último término, es Cristo amando en nosotros, porque «la santidad no es sino la caridad plenamente vivida»[24]. Por lo tanto, «la santidad se mide por la estatura que Cristo alcanza en nosotros, por el grado como, con la fuerza del Espíritu Santo, modelamos toda nuestra vida según la suya». Así, cada santo es un mensaje que el Espíritu Santo toma de la riqueza de Jesucristo y regala a su pueblo.