Rebeldía (del latín “rebellis”) significa “volverse contra la autoridad”, es una actitud individual que se da cuando uno cambia su forma de ser o pensar por inconformidad, puede ir en contra de la naturaleza (enfermedad) o de la sociedad (oponerse a las normas). La rebeldía lleva a la desobediencia o al incumplimiento de una obligación, puede ser positiva o negativa, dependiendo de la situación. La rebeldía negativa tiene consecuencias negativas, no más fijémonos cómo Ezequiel profetiza ─como verdadero profeta lleno del espíritu─ a un pueblo que se rebeló contra Dios. La rebeldía no sólo ofende a Dios sino que nos hace testarudos y obstinados (Ver Ez 2,2-5).
San Pablo, en medio de una confesión escrita llena de lágrimas, habla de un aguijón punzante en su carne ─probablemente es una enfermedad─ que asimila a todos lo que se han rebelado a su misión de ser apóstol del Señor, es decir, los emisarios de Satanás. En su propia debilidad Dios hace su gracia (jaris) para vencer a los rebeldes, es la fuerza de Cristo actuando en él, por eso vive contento en medio de sus debilidades, persecuciones, privaciones y dificultades sufridas por Cristo. ¡Vaya manera de vencer la rebeldía que el demonio quiere que mantengamos!
Jesús vence la rebeldía a punta de sabiduría ─“Sophía” como experiencia de vida─, así lo desprecien sus propios parientes; empieza su misión pública en Nazaret con autoridad (exousía). Y la gente murmura, se rebela: “¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le han enseñado?” ¡Cuántas veces nos hemos rebelado contra Jesús, empezando por la propia familia! A Dios no le extraña ya nuestra falta de fe (apistía) que lleva a la rebeldía. Un hogar sin Dios, una vida sin Dios, un trabajo sin Dios, una Iglesia sin Dios, un barrio sin Dios, es rebeldía humana y nada más, y las consecuencias de la rebeldía negativamente humana vienen del maligno. Para la reflexión personal: ¿Acaso qué sacamos con la rebeldía netamente negativa? Amén.
José A. Matamoros G. Pbro.
Párroco
Píldoras litúrgicas – del Catecismo de la Iglesia Católica (CEC)
1143 En orden a ejercer las funciones del sacerdocio común de los fieles existen también otros ministerios particulares, no consagrados por el sacramento del Orden, y cuyas funciones son determinadas por los obispos según las tradiciones litúrgicas y las necesidades pastorales. "Los acólitos, lectores, comentadores y los que pertenecen a la 'schola cantorum' desempeñan un auténtico ministerio litúrgico".
Gaudete et exsultate: Exhortación Apostólica sobre la llamada a la santidad en el mundo contemporáneo (19 de marzo de 2018)
Tu misión en Cristo: 19. Para un cristiano no es posible pensar en la propia misión en la tierra sin concebirla como un camino de santidad, porque «esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación» (1 Ts 4,3). Cada santo es una misión; es un proyecto del Padre para reflejar y encarnar, en un momento determinado de la historia, un aspecto del Evangelio.