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Comentario a las lecturas del domingo

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Corpus Christi - Ciclo B 3 de junio de 2018

Todo en la vida tiene un orden, por ejemplo, el río que por más que el hombre lo desvíe siempre busca su cauce natural. “Orden” viene del latín “Ordo, Ordinis” y se refiere ─entre otras cosas─ a la colocación de las cosas en el lugar que les corresponde o a la buena disposición de estas entre sí. El orden también refiere a la relación de una cosa con respecto a otra (ej. el orden del tiempo), es un mandato (ej. le dije que llevara el dinero al banco); es la armonía de la familia, escuela, sociedad y repercute en la integralidad de las personas (orden social, moral, económico, espiritual, etc.).

Admiro a las personas ordenadas en todos los aspectos de la vida, de manera especial del orden afectivo, racional y espiritual: ¿Se considera usted una persona ordenada? La respuesta empieza por revisar el orden personal (aseo del cuarto, aseo personal, orden en el manejo del tiempo durante el día, orden en el trabajo) y pasa por la capacidad de cumplir los compromisos con Dios y con las personas que nos rodean. Urge darle orden a nuestra vida, no podemos negar que “somos desordenados”, sólo la conciencia lo dictamina. Podemos estar ordenados por fuera, pero por dentro llenos de un desorden total a nivel afectivo y espiritual.

La Solemnidad del Corpus Christi nos enseña el orden espiritual que Dios quiere en cada cristiano. Cada vez que celebramos el misterio de la fe en la mesa de la Palabra y de la Eucaristía, nos encontramos con el orden divino que Jesús mismo preparó con detalle para dejarnos la cena pascual que celebramos y anunciamos hasta que Él vuelva (ver Marcos 14,12-16.22-26).

Practiquemos el orden querido por Dios y que las lecturas de hoy resaltan desde la Eucaristía: orden para obedecer sus mandatos (ver Éxodo 24,3-8), orden para “recibir la promesa de la vida eterna” gracias al sacrificio de Cristo, Sumo Sacerdote (ver Hebreos 9,11-15). Pidamos a Dios Padre que aumente nuestra fe en la presencia viva y real de su Hijo en la Eucaristía, que quiso unirnos a Él y hacernos partícipes de su vida divina cuando tomó el pan, luego el vino, y nos dejó el memorial de su pasión, muerte y resurrección. Que cada vez que comulguemos digamos con alegría “AMÉN” porque creemos en Jesús y somos conscientes que recibimos su Cuerpo porque llevamos una vida en orden en toda su integralidad. ¡Vaya reto que forma parte de la conversión personal! Amén.  

José A. Matamoros G. Pbro.

Párroco 

Gaudete et exsultate: Exhortación Apostólica sobre la llamada a la santidad en el mundo contemporáneo (19 de marzo de 2018)

14. Para ser santos no es necesario ser obispos, sacerdotes, religiosas o religiosos. Muchas veces tenemos la tentación de pensar que la santidad está reservada solo a quienes tienen la posibilidad de tomar distancia de las ocupaciones ordinarias, para dedicar mucho tiempo a la oración. No es así. Todos estamos llamados a ser santos viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones de cada día, allí donde cada uno se encuentra. ¿Eres consagrada o consagrado? Sé santo viviendo con alegría tu entrega. ¿Estás casado? Sé santo amando y ocupándote de tu marido o de tu esposa, como Cristo lo hizo con la Iglesia. ¿Eres un trabajador? Sé santo cumpliendo con honradez y competencia tu trabajo al servicio de los hermanos. ¿Eres padre, abuela o abuelo? Sé santo enseñando con paciencia a los niños a seguir a Jesús. ¿Tienes autoridad? Sé santo luchando por el bien común y renunciando a tus intereses personales.”.