La capacidad de la comunicación, de entrar en relación, es uno de los atributos propios de haber sido creados a imagen y semejanza de Dios. Él nos dio su palabra y nos comunicó su propia vida; se comunica con nosotros de muchas y distintas maneras, a través de acontecimientos de la historia humana, personal, familiar y social.
El acto de la comunicación es distintivo de nuestra condición humana. Cada quien desarrolla su estilo para comunicarse y entrar en relación con los otros y con el mundo tangible o virtual; aquí juegan un papel importante la presentación personal, la actitud, la voz, las palabras, las imágenes y el mensaje que se quiere transmitir. Es oportuno preguntarnos: 1. ¿Qué comunico? 2. ¿Cómo lo comunico? 3. ¿En qué medida llega mi mensaje? Todo acto de comunicación imprime una marca, proyecta, da imagen, posiciona, da reputación; dependiendo de la intención, puede ser incluyente o excluyente, positiva o negativa, constructiva o destructiva, aceptada o rechazada y me atrevo a decir, de bendición o de maldición, de Dios o no de Dios. Como creyentes optemos por una comunicación respaldada en el lenguaje sencillo, contundente y claro del evangelio, amparada por hechos reales de compromiso. Estamos hablando de comunicar amor a los demás y llevar esperanza a todo el que la necesita.
Pentecostés ─para mí─ es la celebración de la comunicación del Espíritu Santo a la vida de la Iglesia. El Espíritu Santo de Dios se hace presente: «De repente vino del cielo un ruido, como de viento huracanado, que llenó toda la casa donde se alojaban»;se hace sentir y nos comunica su gracia de modo total y personal: «Aparecieron lenguas como de fuego (la lengua es un símbolo de la comunicación humana), que descendieron por separado sobre cada uno de ellos. El fruto de esta comunicación divina es el encuentro, el diálogo y la reconciliación con todos, «empezaron a hablar en lenguas extranjeras, según el Espíritu les permitía expresarse (ver Hechos 2, 1-11).
Procuremos que nuestra comunicación tenga siempre la fuerza del Espíritu Santo y sea mejor día a día, para que hablemos de la experiencia del Señor; que sepamos comunicar nuestros dones y carismas para bien de la comunidad familiar y eclesial (ver 1 Corintios 12, 3b-7.12-13).
Qué hermoso gesto de comunicación del Resucitado: “sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos»” (Ver san Juan 20,19-23). No hay duda que el Señor es el modelo a seguir para toda bendecida comunicación que se santifica desde el confesionario y pasa por la alegría de saber que comunicamos al Resucitado por la fuerza del Espíritu Santo. Amén.
José A. Matamoros G. Pbro.
Párroco
Gaudete et exsultate: Exhortación Apostólica sobre la llamada a la santidad en el mundo contemporáneo (19 de marzo de 2018)
“10.… lo que quisiera recordar con esta Exhortación es sobre todo el llamado a la santidad que el Señor hace a cada uno de nosotros, ese llamado que te dirige también a ti: «Sed santos, porque yo soy santo» (Lv 11,45; cf. 1 P1,16). El Concilio Vaticano II lo destacó con fuerza: «Todos los fieles, cristianos, de cualquier condición y estado, fortalecidos con tantos y tan poderosos medios de salvación, son llamados por el Señor, cada uno por su camino, a la perfección de aquella santidad con la que es perfecto el mismo Padre».11. «Cada uno por su camino», dice el Concilio. Entonces, no se trata de desalentarse cuando uno contempla modelos de santidad que le parecen inalcanzables. Hay testimonios que son útiles para estimularnos y motivarnos, pero no para que tratemos de copiarlos, porque eso hasta podría alejarnos del camino único y diferente que el Señor tiene para nosotros. Lo que interesa es que cada creyente discierna su propio camino y saque a la luz lo mejor de sí, aquello tan personal que Dios ha puesto en él (cf. 1 Co 12, 7), y no que se desgaste intentando imitar algo que no ha sido pensado para él. Todos estamos llamados a ser testigos, pero «existen muchas formas existenciales de testimonio».Porque la vida divina se comunica «a unos en una manera y a otros en otra»”.