“Crea fama…” Un dicho del lenguaje español que resalta el hecho de construir una reputación que ─una vez creada─ será difícil de cambiar y lograrlo costará tiempo y esfuerzo. Esta fama determina las expectativas de las demás personas sobre alguien, y puede ser: 1. Positiva: se refiere a la persona que ha actuado bien en la vida, que se ha esforzado por salir adelante, trabaja honradamente, goza de buena fama entre los demás debido a su capacidad de empatía, simpatía, responsabilidad, liderazgo y compromiso, y no necesita probarlo más; 2. Negativa: apunta a la persona que fue persistente en una actitud u obra que merece desaprobación social ─por ejemplo, no cumplir con la palabra comprometida, robarse un bien material, tratar mal al prójimo, ser impuntual, etc.─, cuya imagen resulta muy difícil de cambiar por quienes la han visto o han padecido sus conductas, y tienen un concepto desfavorable sobre su forma de ser.
En Hechos 9, 26-31 san Pablo, después de su conversión, busca unirse al grupo de los discípulos, tarea nada fácil porque ya tenía la fama de ser un perseguidor de la comunidad cristiana y la gente desconfiaba de él. A través de Bernabé, se acerca a los discípulos, les narra su conversión en Damasco y empieza a hablar en nombre del Señor y luego lo embarcan obligado a Tarso. A pesar de la fama de san Pablo, su obra misionera hace que la Iglesia crezca, lo cual indica que nunca es tarde para cambiar una imagen negativa.
¿Cómo crear una imagen positiva? 1. Estar respaldados no sólo por las palabras sino por las obras que acreditan nuestra fe en el Resucitado; 2. trabajar constantemente por mantener la conciencia tranquila, actuando bien en la vida, guardando los mandamientos y haciendo lo que agrada al Señor (Ver 1 Juan 3,18-24); 3. Jesús usa de manera simbólica y profunda la imagen de la vid y los sarmientos para decirnos que debemos estar unidos a Él. Si es así, nuestra imagen será digna en la tierra y perpetua en el cielo. Estar unidos a Cristo nos ayuda para permanecer limpios en alma y cuerpo y nos permite dar fruto abundante, porque sin Él nada podemos hacer; no podemos funcionar sin Jesús, tal como pasa con nuestro cuerpo cuando no hay aire en los pulmones (Ver Juan 15,1-8). Así mismo, estar en constante “poda” de aquello que no está bien nos ayuda a acrecentar la buena imagen, de lo contrario nos secaremos hasta volvernos meros creyentes de ocasión que carecen de convicción. Amén.
José A. Matamoros G. Pbro.
Párroco
Gaudete et exsultate: Exhortación Apostólica sobre la llamada a la santidad en el mundo contemporáneo (19 de marzo de 2018)
“4. Los santos que ya han llegado a la presencia de Dios mantienen con nosotros lazos de amor y comunión. Lo atestigua el libro del Apocalipsis cuando habla de los mártires que interceden: «Vi debajo del altar las almas de los degollados por causa de la Palabra de Dios y del testimonio que mantenían…» (6,9-10). Podemos decir que «estamos rodeados, guiados y conducidos por los amigos de Dios […] No tengo que llevar yo solo lo que, en realidad, nunca podría soportar yo solo. La muchedumbre de los santos de Dios me protege, me sostiene y me conduce».5. En los procesos de beatificación y canonización se tienen en cuenta los signos de heroicidad en el ejercicio de las virtudes, la entrega de la vida en el martirio y también los casos en que se haya verificado un ofrecimiento de la propia vida por los demás, sostenido hasta la muerte. Esa ofrenda expresa una imitación ejemplar de Cristo, y es digna de la admiración de los fieles…”.