Damos inicio a la contemplación de los misterios centrales de la fe católica: la celebración de la pasión, muerte y resurrección del Señor. La tradición de las palmas y ramos ubica a Jesús entrando a la ciudad de Jerusalén donde finalmente será juzgado, condenado y llevado a la muerte. Aunque en su entrada lo aclamen con dádivas y hosannas, Jesús no se deja impactar porque sabe que él es el siervo de Yahvé, aquel que ─pese a su mansedumbre─ es golpeado por la violencia de una sociedad marcada por la traición (ver 1ª lectura) y en un acto de amorosa obediencia al Padre se somete a una muerte de cruz para obtener nuestra salvación (ver 2ª lectura). San Marcos, en la versión más antigua, nos invita a ser protagonistas de cada momento que Jesús vivió y a pensar cuál personaje puede ser cada uno dentro del relato de la pasión.
Acciones como tomar decisiones contra Jesús, traicionarlo, martirizarlo, solidarizarse de manera obligada con sus sufrimientos, llevarlo al calvario de la cruz, entre otras, nos ayudan a comprender que la lógica humana no va a acorde a la sabiduría de la cruz, desde la cual Dios escandaliza porque nos deja el ejemplo de dar la vida desde la debilidad, fuera del señorío y poderío de este mundo.
Durante la Cuaresma hicimos el camino del desierto espiritual, subimos a la montaña de la transfiguración, valoramos el templo material y espiritual, reflexionamos sobre amor de Hijo que da la vida y del grano de trigo que muere para dar fruto, todo ello para preparar el paso de Jesús hacia su pascua, paso que debemos vivir cada instante de la vida para llegar a la gloria de Dios.
Fijémonos en cada actitud de los personajes del relato, por ejemplo, en la huida de los discípulos, la unión de los poderes para acabar con Jesús, la voz del Señor que se va silenciando en contra de la violencia que recibe en su cuerpo y la presencia de las mujeres que después serán testigos de la resurrección del Cristo de la cruz, entre otros. Cada momento encierra una o varias actitudes que van en contra o a favor del Mesías de la cruz. Como creyente: ¿Qué actitud asumiré en estos días santos respecto a la contemplación de la pasión, muerte y resurrección del Señor, acaso la del turismo vacacional, la de sólo asistir al viacrucis del viernes santo o la de la auténtica celebración del júbilo de un hombre cuya obra está sellada por la grandeza de la resurrección? Amén.
José A. Matamoros G. Pbro.
Párroco